sábado, 14 de enero de 2012

Los chinos y sus medidas extremas en las escuelas.*

Los padres de familia de la comunidad de Qingdao, al este de China, ya podrán dormir tranquilos, pues ya sea a la hora de entrada o a la salida de la escuela sus hijitos no correrán ningún peligro.

Gracias a que la puerta principal cuenta con una serie de 19 topes de hule que impiden que los autos transiten a gran velocidad, los reductores de velocidad abarcan unos 20 metros y también sirven para que en época invernal los estudiantes no resbalen con el hielo que cubre la entrada.
Inicialmente la escuela estaba equipada con dos tiras de goma pero “por si las dudas” instalaron otros 17 más.

 *Nota extraída de la página www.sopitas.com
Viernes 13 de enero de 2012

viernes, 13 de enero de 2012

Certificaciones. Enero de 2012.

Un nuevo año llega y con él podemos comenzar con la entrega de certificados. Aunque sólo fue uno, es importante comenzar de esta manera pues se van acumulando para el cumplimiento de las metas que exige el Departamento de Educación para la Atención de los Jóvenes y Adultos.

Adriana. Momentos de crecimiento personal.

sábado, 7 de enero de 2012

Medir a los profesores.




Responda sin pensarlo: ¿recuerda a dos o tres buenos profesores que le ayudaron a forjarse una postura ante la vida, maestros que fueron más allá de la línea del deber para echarle la mano durante su formación?
Si su respuesta es negativa, lo siento; qué mala onda. Pero si su respuesta es positiva, estará validando uno de los principios intuitivos más viejos de la educación: que un buen maestro tiene sobre sus alumnos una influencia que rebasa al pizarrón. Lo contrario también es cierto: un mal profesor es capaz de amputar de tajo una ruta de aprendizaje prometedora.
Estas ideas intuitivas acaban de recibir en Estados Unidos un fuerte empujón, gracias a un informe (aún no publicado) sobre el efecto de los buenos maestros en la vida futura de sus pupilos. El estudio, preparado por dos académicos de Harvard y uno de Columbia, seguramente provocará gran discusión, pero indudablemente tiene una sólida base empírica: siguió la pista de 2.5 millones de estudiantes durante más de 20 años.
La discusión se centrará principalmente sobre el principio detrás de la medición, que son las llamadas “calificaciones de valor agregado”. Dicho de modo simple, esto significa medir a los profesores a partir de los resultados que obtienen sus alumnos a la hora de los exámenes.
Si el tema le interesa, puede irse a la nota original que publicó el diario The New York Times con el título “Big study links good teachers to lasting gain” (o siga este enlace: http://nyti.ms/zCmN5c). Aquí le va un sumario pequeño.
La métrica del valor agregado, dicen unos, mete a los profesores en un necesario esquema de rendición de cuentas y puede favorecer la educación de millones de niños. Sí, dicen otros, pero es muy difícil aislar el impacto de un profesor particular, y la métrica podría castigar indebidamente a no pocos instructores.
Será el sereno, pero los tres académicos que prepararon el informe dicen que si se examina la métrica de valor agregado de un profesor dado en tres o cuatro asignaturas, sí es posible captar cuáles profesores tienen mejor desempeño.
Los estudiosos analizaron datos masivos y dividieron a los profesores de su muestra en excelentes, promedios y mediocres. Luego examinaron lo que ocurría con sus alumnos al paso de los años.
En esencia, los alumnos que tuvieron a los mejores profesores tenían menos probabilidad de caer en el tema de embarazo adolescente, más probabilidad de inscribirse en la universidad y, sobre todo, más probabilidad de ganar más dinero al llegar a la edad adulta.
Entre las cifras del estudio, hay una que puede resumirse en que la mediocridad cuesta. La estimación dice que si en un salón dado se reemplaza un profesor mediocre por uno promedio, las ganancias totales de los alumnos del salón durante toda la vida crecen 266 mil dólares. O sea que si se deja un profesor mediocre diez años en el aula, en vez de cambiarlo por uno mediano, se estaría hablando de 2.5 millones de dólares en ingresos perdidos.
“El mensaje es que es mejor despedir a la gente pronto que tarde”, dijo uno de los autores, el profesor John Friedman, de Harvard.
El reto sería, dice la autora del reporte periodístico, traducir la métrica del valor agregado en políticas educativas sensatas.
Y tiene sentido, porque decir que de manera rutinaria se evaluará a los profesores conforme a los resultados de sus estudiantes puede prestarse para que permitan el copiado, para que eduquen apuntando a capacidad para resolver exámenes o para que se peleen por tener en su salón a los mejores alumnos, entre otras cosas.
En todo caso, dicen los autores, de lo que se trata es de poner al frente del debate la necesidad de medir el desempeño de los profesores.
Coincido con los profesores en el análisis y en la necesidad de incorporar a los maestros, paulatinamente, en un esquema de calidad centrado en la rendición de cuentas. Pero me pregunto en qué siglo podremos hacer algo así en México. Suspiro.