Gabriela
Vives es periodista, escritora,
productora audiovisual, locutora, consultora de imagen pública y media training
de acuerdo con su perfil en Twitter. Llevo un par de años escuchando sus participaciones en el programa radiofónico Charros vs Gánsters que se transmite de lunes a viernes por MVS Radio. No hace mucho la comencé a seguir
en esa red social pero hasta hace unos días me atreví a interactuar con ella
después de un tuit que repliqué:
“Lo confieso: Me enferma que gente extraña me quiera hacer
platica en la calle... peor si se les ocurre hacer preguntas personales. #Grinch” @AGabrielaVives - 24 de marzo
Cometí la
tontería de publicar: “Se acaba de derrumbar mi admiración por ella”,
y casi de inmediato me respondió: “¿Por?
La verdad sí es bien incómodo ir a comprar a una tienda o a tomar algo y que no
falte el cuate que quiera ponerse a ligar.”
Me detuve un poco y pensé. Le hice saber que soy de esos que buscan la charla a la menor
provocación. Hablo hasta con el perro, escribí. Enseguida, Gabriela me confió a través de varios tuits lo que ha tenido que padecer con los acosadores
ya sea en la fila del Oxxo o en el supermercado. Desde sujetos que se tropiezan
accidentalmente detrás de ella hasta los avezados que se atreven a seguirla.
Las propuestas que le hacen van desde invitaciones para acompañar a alguien a
su casa hasta una donde la quisieron lanzar como modelo.
Durante
algunos minutos compartimos tuits relacionados con el acoso. Bromeé
respecto a mi apariencia física y ella propuso invitarme a espantarle a los
acosadores. Me arrepentí de mi publicación y sin ahondar más en el asunto
reafirmé mi admiración por la voz más
sexy de la radio. Con ese comentario pusimos fin al tema y a partir de ahí
hemos tuiteado acerca de la sequía ganadora del Cruz Azul y la salud José José.
Antes
de dormir repensé la situación: el acoso hacia las mujeres lejos de detenerse
parece vivir un auge. Sus diversas formas se aferran a conductas que los varones insistimos en hacer ver como normales. ¿Normales? Claro que no, cuando menos eso es lo que opinan muchas mujeres. Sin embargo la educación de nuestra sociedad todavía valida muchas de esas acciones que tendrían que erradicarse. Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Cómo enfrentar este problema? ¿Los varones quieren entrarle desde ahora o tendrán que pasar varias generaciones para lograrlo?
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